martes, marzo 29, 2016

Antiguo Egipto (LIX): Una momia con pasaporte

La momia del faraón Ramsés II, expuesta en el Museo Egipcio de Él Cairo, contrajo una infección por hongo debido a las deficientes condiciones de conservación en que se hallaba. Esta afección obligó a trasladarla a Francia en 1976 para que fuera tratada y estudiada.
La momia viajó con su propio pasaporte y fue recibida en el aeropuerto de París con honores de jefe de Estado.

viernes, marzo 25, 2016

Libros: Quién lo diría

Quien lo diría

Eloy Sánchez Rosillo
Tusquets
Barcelona 
2015
150 págs.
Un magnífica muestra del impulso creador que ha convertido a Sánchez Rosillo en uno de los poetas más leídos de la actualidad.
Poemas del asombro y de la fascinación ante el devenir de la vida, observada en sus mínimos detalles. Pocas veces la lengua poética acierta con el tono y con la difícil sencillez como en los versos de Eloy Sánchez Rosillo, uno de los poetas con más lectores de la poesía española reciente. En las páginas de Quién lo diría, el lector logrará «habitar milagros sin saber de milagros».
A continuación el primer poema del libro. 

Un vaso de agua

Qué suceso increíble:

llené un vaso de agua y lo alcé hasta mi boca. Era ya media tarde. Me había detenido
cerca de una ventana, aquí, en mi casa,
en este día tan claro de febrero.
Llegó el vaso a mis labios
y en ese mismo instante lo atravesó de pronto un haz muy apretado y muy intenso
de luz del sol poniente.
Cuántos asombros. Todo rompió a arder
con lumbre limpia y mágica:
el agua y el cristal, el cuarto entero,
mis ojos y mis manos y mi vida.
Sin dar ni un solo paso estuve en todas partes. No sé cómo decir lo que ocurrió,
cómo expresar que sucedieron siglos
de redención y bienaventuranza.
Oro licuado y tembloroso el mundo,
astilla viva yo de un súbito diamante.

Melilla: Teatro

Teatro Kursaal - Invernadero

Libros: Al-Andalus y la cruz

Al-Andalus y la cruz

La invasión musulmana de Hispania

Rafael Sánchez Saus
Stella Maris
Barcelona
2016.
415 págs. 
La conquista árabe de España, realizada entre el 711 y el 719, es quizá el acontecimiento que ha marcado más poderosamente nuestra historia.
La conquista y presencia árabe en España es, según algunos círculos “políticamente correctos”, el mejor ejemplo de tolerancia religiosa y convivencia multicultural entre cristianos, judíos y musulmanes. Fue, dicen, una estrategia gustosamente implementada por estos últimos tras su llegada a la Península en 711.
La evidencia histórica, sin embargo, es tozudamente contraria a este ensueño, según nos demuestra Rafael Sánchez Saus en su volumen Al-Andalus y la cruz. Lo evidencia la propia narración árabe sobre los métodos de los recién llegados: “En al-Andalus jamás se reservó el quinto ni se repartió el botín como lo hizo el Profeta en los países que conquistó […], antes bien la norma que se practicó fue apropiarse cada cual de aquello que con sus manos tomó”, apuntaba un cronista andalusí del siglo IX. Si esto era así entre los conquistadores, es de imaginar el estado de despojo y postración reservado para la población cristiana subyugada.
El catedrático de Historia Medieval de la Universidad de Cádiz describe el rápido proceso de desplome de la monarquía visigoda ante la invasión musulmana, y relata las variadas formas que adoptó esta, unas veces por medio de pactos “pacíficos”, que incluían los matrimonios de jefes árabes con mujeres de la nobleza visigoda; otras, por el asalto armado a las ciudades y el duro castigo a la población local, como sucedió en Zaragoza en 713, y otras, por la toma de territorios que sus habitantes habían sencillamente abandonado para refugiarse en las zonas al norte de la Península.
De aquellos que quedaban en territorio musulmán y que no abjuraban de su fe cristiana, el autor detalla los impuestos insultantes que se veían obligados a pagar para, por ejemplo, preservar la vida, un asfixiante yugo que influyó precisamente en la huida de muchos hacia los reinos del norte.
Respecto al papel de la Iglesia, explica Sánchez Saus que en medio del panorama de desvertebración territorial resultante, fue aquella, muy golpeada por la imposición del orden religioso de los invasores, la que dio continuidad institucional al período visigodo, y fueron los obispos quienes ejercieron como representantes de los cristianos ante la autoridad islámica. Hubo martirios por la fe, diócesis suprimidas y duras reglas discriminatorias contra los fieles cristianos, una situación que difiere un tanto de la idílica perspectiva de una población satisfecha con el dominio musulmán, y que en gran medida condicionó la respuesta posterior de los reinos cristianos en el proceso de recuperación de sus territorios.
Con tantas evidencias a la mano, el autor advierte: “No nos mueve ningún deseo de negar los logros del islam andalusí, que están ahí a la vista de todos, en parte por su propia magnificencia y en parte porque nuestra civilización les dio el valor que el islam nunca otorgó en ningún nivel a sus predecesores en España ni en parte alguna. Pero sí el de combatir la tendencia tan acusada hoy de idealizar al-Andalus mediante la execración de la España cristiana. […] Nunca más que ahora la verdad, frente al mito, ha resultado tan necesaria”.

jueves, marzo 24, 2016

Melilla: Comunidad Judía

¡ FELICITACIÓN PURIM 2016 !

La Ciudad Autónoma de Melilla felicita a la Comunidad Judía Melillense con motivo de la celebración de la Festividad del Purim y le desea durante estos días una feliz celebración en compañía de familiares y amigos.

Melilla: Comunidad Hindú

¡ FELICITACIÓN HOLI 2016 !

La Ciudad Autónoma de Melilla felicita a la Comunidad Hindú Melillense con motivo de la celebración de la Festividad del Holi y le desea durante estos días una feliz celebración en compañía de familiares y amigos.


Antiguo Egipto (LVII): Juegos de mesa

El primer juego del que se tiene referencia es el Senet cuyos más antiguos restos se remontan hasta hace 5.500 años, en pinturas murales y en tesoros de tumbas faraónicas.

Senet de Amenhotep III, en fayenza, Museo Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos
Se cree que el juego gozaba de cierta importancia, debido al descubrimiento de varios tableros en tumbas importantes, como los cuatro juegos encontrados en la tumba de Tutankhamón. Incluso hay arqueólogos que afirman que tenía cierto carácter mágico o simbólico y que los egipcios creían que debían enfrentarse a alguna deidad jugando al mismo en su tránsito hacia el más allá, teniendo mucho que ver el resultado de la partida con su destino en el mismo. Esto último se deduce porque en algunas tumbas se representa al difunto jugando contra un contrincante invisible y por las referencias en el Libro de los Muertos.
Nefertari jugando al Senet. Pintura en la tumba de la reina egipcia Nefertari (siglo XIII a. C.)
El objetivo del Senet es sacar tus piezas del tablero antes que el adversario, siguiendo una serie de reglas, avanzando tus propias fichas y capturando y bloqueando las piezas del adversario. Aunque no han llegado hasta hoy día sus reglas, probablemente porque era tan popular que prácticamente todo el mundo sabía jugar o se transmitían de modo oral, hay varios arqueólogos que las han reconstruido gracias a sus investigaciones, con el resultado de reconstruir varias versiones, que bien pudieron convivir.
Es un juego para dos contrincantes y consta de un tablero de tres filas paralelas con diez casillas cuadradas cada una y, de un número de piezas, que dependiendo de la variante del juego, pueden ser entre diez y veinte en total.
Normalmente las piezas de ambos jugadores eran muy diferentes, siendo las de uno de forma cónica y las del otro de forma cilíndrica entallada y, a su vez, unas de color oscuro y otras de color claro, aunque parece ser que el color dependía más del material del que estaban hechas y era la forma la que distinguía las de un jugador u otro, siendo las cónicas ligeramente más altas. Se han encontrado fichas de colores blanco, azul, negro, marrón, rojo, verde, etc.

miércoles, marzo 23, 2016

Melilla: Martes Santo

Antiguo Egipto (LVIII): Plañideras

Las plañideras eran mujeres contratadas por la familia del difunto a un precio bastante alto, que se despeinaban, gritaban y lloraban de forma patética para demostrar el dolor por esa muerte. Todas las mujeres presentes en la casa se embadurnaban la cabeza y la cara con barro.
Plañideras. Pintura de la cámara funeraria de Userhêt 
Después, mientras el cadáver yacía en la vivienda, vagaban por la ciudad con los senos descubiertos mientras se golpeaban en señal de dolor. Cumplidos estos ritos públicos, los apenados familiares trasladaban el cuerpo del difunto para hacerlo embalsamar.
Las plañideras se distinguían por una serie de detalles externos y visibles, como eran el que iban ataviadas con un tipo de vestido especial que solía ser de color gris azulado, (color que se empleaba para mostrar los sentimientos de dolor en el área hoy conocida como Próximo Oriente), mostrando el cabello largo y suelto por la espalda formando mechones, marchando descalzas por el camino que conducía al finado a su última morada, o incluso apareciendo desprovistas de cualquier adorno personal que como detalle frívolo pudiese quitar solemnidad al cortejo.

Gastronomía: Torrijas de naranja

Por Isabel García Algarte