jueves, noviembre 13, 2014

Libros: Tony Pagoda y sus amigos

Tony Pagoda y sus amigos

Paolo Sorrentino
Prólogo de Eduardo Chapero-Jackson
Ediciones Alfabia
Barcelona
2014
240 págs.
Pagoda es un cantante melódico amante de la vida en su aspecto más espléndido y exagerado. 
En Tony Pagoda y sus amigos el cantante, vieja gloria de la canción italiana, decide ponerse a escribir acerca de sus diversos amigos. Personajes famosos y anónimos pueblan este libro, amigos de la infancia y celebridades italianas como la actriz Carmen Russo, el mago Silvan, el futbolista Pocho Lavezzi o la propia madre de Tony/Sorrentino.
Paolo Sorrentino (Nápoles, 1970) es director, guionista cinematográfico y escritor. Como cineasta ha ganado el premio Oscar a la mejor película de habla no inglesa por La gran belleza (2014), además del Globo de Oro y el Bafta, ente otros. Como escritor, recibió el premio Fiesole Narrativa Under 40. Su prosa ha hecho evocar los nombres de Gadda y de Céline.

Fragmento:

La vida, seamos francos, es infame. Cuando eres joven lo recuerdas todo pero no tienes nada que recordar. Cuando eres vejo no recuerdas nada, pero tendrías ríos de cosas que disponer en la mesita de la nostalgia. La memoria de las grandes vivencias e te deshace entre los dedos como un bollo seco. Todo se convierte en costumbre apática. Cuando el viejo llora, ya no recuerda por qué llora. Cuando llora el niño, lo hace porque anhela momentos elevados que no recordará. La vida es una invención un tanto jodida. Nos han lanzado aquí abajo para que interactuemos. Para que nuestro corazón se desboque en contacto con fulano, mengano, y también con el ocaso, y después, puf, todo se desvanece en los recovecos del olvido. Entonces uno inventa lo que sea para auto-engañarse. Se le llama entrenamiento para la desesperación. La actitud del miserable: ennoblecer el residuo, transmitir lo intransmisible. La humanidad es miserable. No hay discusión posible sobre este asunto. Y aun así, todavía no se ha inventado nada mejor. Porque cuando uno se estremece, se estremece. Las emociones no tienen sentido. Se suman entre ellas, incongruentes, por acumulación. Componen la vida como una lista de la compra. Y este, en esencia, es su sentido.

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